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viernes, 12 de diciembre de 2008

Cosas irremplazables

Cualquier dato que pueda parecerse a la historia de alguien es totalmente coincidencia, puesto que no está basada en hechos reales.



Diario de Lia - Diciembre 2007

Era una niña muy pequeña y muy caprichosa. Cuando me enfadaba, creía que bastaba con romper cosas, gritar o no hablar. Mis padres no me habían enseñado lo contrario. De hecho, mis padres no me habían enseñado nada. Siempre parecían estar todos bien y sin embargo, lo único que intentaban era ocultar toda la verdad. Aún hay cosas que no sé, cosas que ni me imagino que han pasado, cosas que no voy a saber porque nadie se atreve a nombrar. Siempre he estado al margen, siempre. En cualquier lugar, en cualquier sitio, en cualquier grupo o ambiente; pensé que nunca más volvería a recuperar mi vida. Porque aunque estuviera viva estaba completamente muerta. No hacía ninguna falta aquí, o al menos, así me hacían sentir.

Fueron tiempos dificiles, y nunca los olvidaré. Estaba enfadada conmigo misma, con el mundo, me gustaba aislarme a pensar sobre el futuro. ¿Qué me depararía? ¿Lograría volver a la realidad? ¿O es que quizá esa era MI realidad? Lo era, y decidi rendirme. Decidí no volver a hablar con nadie, a esconderme en un rincón observando a los demás. Cada vez tenía menos hueco para lograr hacer amistad con alguien, pues todos estaban muy unidos y yo, que también habia estado toda la vida con ellos, no tenía a nadie. Me dolía el saber eso, pero lo aceptaba. Y queriendo o no, empecé a pensar que todo lo que ocurría era culpa mía.

Un día, parte de eso cambió, y aunque seguía sufriendo apareció una persona que me hacía pensar en otras cosas. No podía curar el daño que me habían hecho, y quizá nadie pueda reemplazar ese daño por mi felicidad. Porque, al contrario de los peluches, los trozos de madera, los platos, los vasos...hay cosas que al romperse se clavan en tu interior y no calman tu enfado. Pagué parte de esa ira con la gente de mi alrededor casi perdiendo todo lo que había ganado...

Estaba enfadada, traté de romper lo primero que tenía a mano, como me enseñaron pero...fue entonces cuando aprendí por mí misma que...no todo lo que se rompe se puede reemplazar.

Comencé una nueva vida, empecé a "revivir" poco a poco. Cada vez me costaba más entender a la gente de mi alrededor. El ambiente no cambiaba, y aunque yo sabía que había cambiado, sabía que a ellos aún no les habia llegado la hora de hacerlo. Por eso, decidí huir, no por miedo, sino por intentar cambiarlo todo. Quise deshacerme de aquel lugar, de aquella gente que me amargaba. Quise desaparecer, pero no pude. Había algo que me decia que debia seguir adelante, que debia enfrentarme y esta vez, todo iba a ser distinto. Confié en mí misma, y al lugar donde llegué, ya era realmente la persona que soy ahora. Me fue bien todo, conocí gente nueva, aparecieron antiguos amigos que nunca pensé que volvería a salir con ellos como antaño.

Y me alegré tanto de este cambio que ahora...puedo decir que soy feliz. Puedo al fin decir, que me alegra haberles conocido, que me alegra que estén ahí siempre que les necesito. Me hacen feliz. Puedo reflexionar sobre mi anterior vida, por así decirlo, y puedo ver un gran cambio, no sólo en mí sino en mi alrededor.

Empiezo a comprender lo que es el daño, lo que es la gente buena, la mala, y aunque no juzgue, lo sé. Lo sé porque lo he experimentado demasiado como para no darme cuenta. Aunque no lo suficiente como para evitarla. Ahora y hasta que me vaya de aquí, no quiero que nada cambie. Mi vida está bien asi. Está más estable, estoy mejor. Estoy muchísimo mejor.

Y también puedo reconocer que...te he querido mucho durante todo este tiempo pero...ya te he olvidado. Eso también me sienta bien. Al fin lo he superado. Al fin me he logrado separar de ti. Y ojalá no vuelvas a aparecer, ojalá no vuelva a saber nada de ti. Eso solo serviría para hacerme daño otra vez.Así lo escribo, y así lo siento.

Texto escrito por: Sara

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